Para el periódico de Medellín EL TIEMPO, ya nos contaba Rafael González Toro como el TANGO sigue vivo en Colombia y también el Lunfardo.
“La respuesta de que Medellín se convirtió en la capital del tango tras la muerte de Gardel es un argumento alejado de la realidad. Si en la ciudad no hubiera existido un fervor por el tango tan inmenso no habrían invitado al artista ni le habrían rendido la pleitesía con la que abrumaron al cantante”, agrega Serna.
A mediados del siglo pasado, por la violencia política que azotaba los campos colombianos, se produjo una de las migraciones internas más grandes de la historia colombiana. Muchos obreros y campesinos agobiados por el lastre de los conflictos políticos y sociales nunca más volvieron a sus terruños.
Buscaron un futuro en la ciudad creciente que les brindaba el sueño de un empleo, un oficio y la esperanza de una estabilidad familiar.
Los nuevos pobladores de las urbes se asentaron en las periferias de ciudades como Medellín. Allí empezaron a abrirse paso en su nueva vida. Su cotidianidad hizo que esos términos ya acuñados en su habla del día a día empezaran a calar en la ciudad.
“Existe un elemento de carácter social fundamental: los sectores populares, acuciados por su marginalidad o por su angustiante desarraigo, se ven proyectados en letras del tango que se convierten en un arma, en un panfleto en el cual denunciarán todas sus urgencias, en una prolongación de sí mismos, imposible de concebir como ajenas”, dice el profesor Omar Rendón Uribe, en su obra Medellín, lenguaje callejero y tango, de 1995.
Para Rendón, el ‘tango fuerte’, como se le decía en Medellín al tango con letras lunfardas, “irrumpe con fuerza en los años cincuenta en las voces de Edmundo Rivero, Julio Martel, Alberto Echagüe y Óscar Larroca, entre otros”.
Estos tangos, ya en la ciudad, empezaron a meterse en el habla cotidiana de los habitantes de la ciudad. En las cantinas que, entre 1950 y 1980, tuvieron un papel preponderante en la vida barrial.
El TANGO sigue vivo en Colombia

Deja una respuesta